Cuento inspirado en un Rito de Paso Maya, enseñanza de la Abuela Margarita, para La Magia del Círculo

 

Se acercaba el momento de pasar a la secundaria y eso tenía a Joaquín bastante inquieto. 

Esa tarde, estaba en la casa de sus abuelos tomando el té y esperando que su mamá lo pase a buscar. Entonces miró a su abuelo y aprovechó para abrir conversación.

– Abuelo… te puedo hacer una pregunta.. 
– Si claro!
– ¿que es ser adolescente?
– Adolecer mmm, adolecer… adolecer es cruzar un largo puente hacia la vida adulta. 
– ¿Y cómo se aprende a cruzar ese puente? ¿Cómo es?
 preguntó Joaquín.
– Ese puente, ante todo, es fascinante, divertido y desafiante. Es un camino largo, con varios paisajes y algunos saltos.

Caminarás por el puente de la adolescencia hacia un bosque llamado SECUNDARIA hasta tus 18 años, tiempo en el que tocará volar, dijo el abuelo.

– ¿A dónde comienza el puente? ¿Cómo me voy a dar cuenta cuál es?

– Ese puente mi hijito ya comenzó… comenzó hace tiempo, en tus primeros pasos en el colegio. ¿Te acuerdas cuando entraste a Jardín? ¿Qué recuerdos guardas?
En ese tiempo comenzaste a cruzar el puente…
Por primera vez tu familia te dejaba unas cuantas horas en un lugar diferente, para vivir tus propias experiencias: Compartir juguetes y juegos, aprender a izar la banderita cantando y despertando también porque muchas veces llegabas dormido.

El chico se rió y comenzó a cantar la canción de bienvenida del Jardín, que cantaban cada mañana.

El abuelo lo miró sonriendo y le dijo: Así comenzabas a cruzar este puente que hoy llega a un nuevo lugar.

– Claro abuelo, pero ahí iba a dibujar, jugaba todo el tiempo, la prueba era hacer “monigotes logrados”, correr, cantar…

– Así es… Ese era tu desafío, aprender a estar con otras personas que como vos, tenían ganas de crecer. Y luego egresaste y pasaste a primer grado.

Ese fue otro gran cambio en el camino, querido ¿Cómo fue? ¿Qué recuerdas de tus primeros pasos en la primaria? 

El chico se quedó pensando.

El abuelo continuó: Aprendiste lo que era un recreo, te recibieron los chicos y las chicas más grandes de otros grados. Comenzaste a llevar plata para el quiosco y tal vez a extrañar tomar el té en la salita.

– Si eso es verdad, eso se extrañó… dijo el joven riendo… y agregó – Al principio todo era diferente pero poco a poco, dejó de serlo y ¡Hoy somos los mas grandes del Colegio!

El abuelo observó que su nieto se quedaba pensativo. Tal vez repasando todo lo que había cambiado, lo que había crecido. Momentos desafiantes, divertidos llenos de risas con sus compañeros. Viajes, campamentos, algunas peleas y tristezas.

Varias macanas, cumpleaños, transformación. Momentos de todo tipo, seguramente, estaba reviviendo el jovencito, pensó el abuelo y entonces le dijo:

– Repasa todo lo que recuerdes del jardín y de la Primaria y quédate con tus recuerdos favoritos, aquellos que te hicieron fuerte, aquellos que te hicieron reír y los que te dejaron a tus mejores amistades.

Guárdalos en tu mochila imaginaria, en tu equipaje más importante, porque te servirán para cruzar al siguiente nivel.

¿Te das cuenta que tienes mucha experiencia en crecer? 

Porque lo vienes haciendo hace tiempo. Y tal como el paso a la Primaria no sucedió de un día para el otro, tampoco el paso al Secundario sucede así.

Todo es un proceso, un viaje, un camino… y aquí estás hoy cerrando esta etapa, para comenzar a cruzar el puente hacia un nuevo bosque:

La Adolescencia

Adolecer es cruzar el puente hacia allí. 


El joven se quedó pensando… tal vez, un poco expectante ante lo nuevo. Los cambios del cuerpo, de la voz, la piel, la altura. Chicos y chicas mas grandes…

¿Cómo será? ¿Cómo lo voy a hacer?

Pensaba mientras el abuelo lo interrumpió:

– ¿Y ya sabes qué vas a llevar de equipaje hijito?

– ¿De equipaje? ¿Qué equipaje?
- Claro… además de todos tus recuerdos favoritos, aprendizajes y amistades… ¿Vas a llevar algo más?


El joven se quedó pensando…

¿Qué más podría llevar de la primaria a la siguiente etapa?

El abuelo abrió un armario, sacó algo envuelto en papel y se lo dió. 

El joven abrió y encontró dos cosas:

La primera… era un cuaderno que decía: Libro de anotar la vida.

La segunda… Era un arco y un estuche cargado de flechas.

El abuelo lo miró a los ojos serio y dulcemente y le dijo:


»Lleva siempre contigo estos objetos, serán como tu GPS para el camino. En este cuaderno anota lo que deseas, lo que sueñas, lo que no quieres contarles a nadie, lo que duele y lo que sientes.


Aquí la clave será “Nombrar” todas tus emociones. Puedes hacerlo con letra fea y garabatos, y también con grandes oraciones. Nombra lo que sientes.

Todas las emociones son importantes: Rabia, bronca, tristeza, alegría, ganas, amor… lo que se nombra se acomoda y se encauza… 


Escribe cada vez que no entiendas la vida y luego cierra el cuaderno. Vuelve algunos días después a leerte. Tacha y corrige lo que ya no sientes verdadero y resalta lo que si pertenece a tu corazón.

El joven lo miraba fijo a los ojos entendiendo que el mensaje de su abuelo iba mucho más allá de lo que él hoy podía comprender.

El abuelo sonrió y le entregó el arco y las flechas. Una luz las envolvió cuando el joven las agarró.

A través de este arco, podrás decidir hacia dónde deseas apuntar tus sueños.

El arco y la flecha tendrán mucha fuerza cuando lo que digas, pienses, sientas y hagas apunten para el mismo lado. 


Es la Adolescencia la etapa más importante, en donde las personas aprendemos a creer que nuestros sueños y deseos pueden ser realidad.

Escribe para escuchar tu corazón. Escucha la voz del corazón para saber dónde disparar.

                                                                   Y cuando no sepas qué camino tomar, frena y respira.

 

Cuando sientas hacer algo diferente a lo que están haciendo todos los demás, frena y escucha al corazón y solo después que la emoción se aclare, empuña el arco, apunta y dispara.

Ambos se quedaron frente a frente, mirándose a los ojos cuando un bocinazo desde la vereda los sobresaltó.

¡Es tu mama, te busca! Le dijo el abuelo y lo abrazó disimulando la emoción

Gracias abuelo dijo el chico sonriendo y con los ojos brillantes y como una ráfaga de viento, agarro su cuaderno, el arco y las flechas y salió a cruzar el puente.

 

Flor Mallagray – Diciembre 2022.

 

Dedicado a todas las personas que hoy agarran su arco y sus flechas, para cruzar hacia allá. 


Dedicado a todas las mamas y papas de estas personitas, para juntos recordemos el enorme poder de adolecer y dispar directo a los sueños del corazón. 

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